¿Que hacer, sino esperar? (Libre)

¡Oh Por Merlín Santo! Llevaba media hora sentada en el estúpido taburete este, tratando de leer una bola de cristal. Digo, ¿A quien demonios se le ocurría el leer una bola de cristal? ¡Cristal por merlín! Ah, pero que estúpidez. Había esperado entrar en una clase de adivinacion, fácil y divertida. ¿Pero que es lo que me encuentro? Aburrida, y difícil. ¿Quien iba a poder descubrir signos en las hojas de té? ¿Quien rayos iba a poder ver algo en un montón de humo? Tosí con el humo embriagador de la torre. ¿Que nos drogaba o que rayos? Aunque de ser así, eso explicaría muchas cosas...
Sacudí mi cabeza lo suficientemente fuerte como para alertar a algunos. Fruncí el ceño. De verdad que había gente chismosa en Hogwarts. Algo me pegó en la nuca. ¿Pero que demo...? Froté mi nuca con la mano y fruncí aún más el ceño. Casi me daba topes contra la mesa. ¡¿Quien iba a poder leer un montón de humo gris?! Ah, estúpida maestra. Estúpida asignatura. Estúpida yo, por haber escogido esta asignatura.

-¿Estas bien, mi niña?- Me preguntó la maestra. Oh, solo tengo un aburrimiento de los mil demonios, y mi trasero se ha entumido por estar una hora sentada. Pero aparte de eso, esta todo bien...

-Si, profesora, si estoy bien- Le sonreí forzadamente a la vieja loca. Se levantó del asiento, y miró a la clase. Entonces se acercó a alguien, y 'leyó' su bola de cristal. A continuación se tapó la boca con las manos, horrorizada. ¡Por favor otra vez no! Rogé a Morgana que se detuviera alguna vez, y me giré para ver a quien habría de presagiar la muerte la profesora Smuucks.

Lo único provechoso de las clases de adivinación, era que te puedes hacer una idea bastante clara de el verdadero significado de la locura, en cierto modo. Sólo bastaba ver el rostro lunático de la profesora para percatarse de que no estaba en sus cabales. Su sola expresión me daba escalofríos,y a la vez, ganas de reír. Y ahí estaba yo, tremendamente absorto en algo que sabía, sería inútil; atisbar algún signo, dibujo... algo que se manifestara en la maldita bola de cristal. Nada, solo una gran masa de humo sin forma. Diablos. Me refregué los ojos y bostecé, absorbiendo todas las sustancias extrañas que poseía el entorno, los cuales se te impregnaban todo el día, algo a lo que ya estaba acostumbrado. Eche un vistazo al rededor. Una chica, no a mucha distancia de mí, parecía querer matarse lo antes posible. Reí por lo bajo y comencé a jugar distraidamente con la bola de cristal entre mis manos. Después me encargaría de autocastigarme por haber elegido esta asignatura, definitivamente. La presencia de alguien casi al frente mio, me hizo levantar la vista. La vieja loca indagaba con insistencia en mi bola de cristal, realizando muecas extrañas de vez en cuando. Fruncí los labios y miré expectante, a la espera de una graciosa predicción sobre mi muerte. La profesora chilló, y se tapó la boca con las manos, dándole una énfasis innecesaria a la situación. Sonreí.

-Tú...- me apuntó con lástima- pobre, mi niño...- exclamó con voz quebrada- bufé burlona mente, mirándola con la más hiriente de las ironías. -Que... ¿que ve?- pregunté con actitud defensiva. -Tu futuro está lleno de incidentes, hay personas que te quieres hacer mucho daño...- pronunció, utilizando ese tono enigmático y escalofriante. Sonreí realmente divertido. -Ella... esta niña, no te le acerques...- indicó, apuntando hacia una chica que estaba justo detrás de mi.

Ese era uno de esos dia que parece que los maestros se ponen de acuerdo para hacer las clases mas aburridas. La clase de adivinacion no era la excepcion. Toda la hora me la habia pasado divagando y soñando despierta, mientras la mayoria de los alumnos "trataban de ver su futuro". ¡Bah! Como si funcionara. Si eso fuera verdad, desde cuando que un amgo hubiera ganado una loteria muggle o alguna de esas tonterias.
Mi compañero de asiento era todo lo contrario a mi, trata de hacer que me interasara pro la clase, pero todo era en vano. Lo que capto mi atencion fue la vieja maestra con sus sobre actuadas caras. Al parecer estaba viendo la muerte de uno de mis compañeros. Pero eso no fue lo que me llamo la atencion, si no las palabras que dijo despues de sus muecas.

-Tú... pobre niño.-El tampoco parecia muy ineresado en su futuro.-Tu futuro esta lleno de incidentes, hay personas que te quieren ahcer mucho daño. Ella... esta niña, no te le acerques...-Eso fue lo que mas me llamó la atencion. ¿Porque demonios esa vieja me apuntaba a mi?

Esa clase nunca me gusto. Menos ahora. ¿Que demonios significaba que queria hacerle daño a ese compañero que ni conocia? Esa maestra esta safada. Aun ams que cualquiero otra de las maestras. Pero debia acostrumbrarme lo extraña estaba hasta en mi sangre, ya que asistia a Hogwarts, un verdadero colegio de magia, y ahora me venian ¡¡con que queria matar a alguien!!...

Bufé cuando le predijo la muerte a Cooper Campbell, un Gryffindor. Y luego, aguante una risa cuando la profesora apuntó a Emma Vance, otra Gryffindor, y la acusó de hacerle daño. ¡Por Merlín ¡Como si ella fuera a matarlo! ¡Por Morgana, Merlín y la corte de los Dioses del Olimpo! Bien, me extralimite. ¿Que pasaba con la vieja? Sus ojos estabn desorientados, e incrédulos. ¿Lo que fumaba en su pipa sería Marihuana, una popular droga Muggle? Porque yo no me creía eso de que lo que había alrededor de nosotros fuera incienso. Ya había visto caer a varios estudiante, atontados. Sacudí la cebza con fuerza.

-Y ella- Me apuntó- ¡Alejate de ella! Te hará daño, ¡Te lastimara, querido!- Aja, si, chucha. ¡Por favor! Pusé gesto ofendido, y caminé hacia ellos cuando la vieja demente se hubo dado una vuelta. Al menos no los había separado. ¡Pero que fraude! Atrajé un almohadón, y me senté en una silla desocupada, en su mesa. Había traído mi bola de cristal. Fulminé con la mirada a la vieja loca, y senil, pue ya había entrado en años.

-¡Yo sabía que esto era una farsa!- Les dije. -No te preocupes, es una vieja loca.- La fulminé de nuevo.- Por cierto soy Rose Lauper-

-Y ella- ¡Alejate de ella! Te hará daño, ¡Te lastimara, querido!-

Una sonora carcajada de mi parte resonó en aquel silencio en donde todos parecían admirar la ridícula escena. La chica se veía indignada, y no era para menos. ¡Ni siquiera las conocía!. Me mordí el labio. Ganas de alegar contra sus falsas acusaciones no me faltaban, pero resultaban tan incoherentes que era imposible no tomarlo como simple humor de alguien que no tiene bien las cosas en su cabeza. Observé como la chica, recientemente acusada de dañarme, se acercaba a nosotros.


-¡Yo sabía que esto era una farsa!--No te preocupes, es una vieja loca.-

Reí mientras asentía con la cabeza. -Por cierto soy Rose Lauper-

-Un gusto, sí, aunque ...mantengan sus varitas lejos de mí, chicas... nunca se sabe- bromé. Sonreí un poco avergonzado ante la circunstancia en que nos estábamos conociendo, por supuesto no eran las mejores. Procedí a presentarme con torpeza- Cooper Campbell- voltee para encarar a la otra chica. -¿y tú eres...? - le pregunté con amabilidad.

La escena cada vez era mas averganzante. Ver a la vieja maestra tratando de asustar a mi compañero y ante tal prediccion el solo puede soltar una carcajada. En el momento justo que la maestra se da la vuela, llega otra de las alumnas que casi se dormia en sus clases.

-¡Yo sabía que esto era una farsa! No te preocupes, es una vieja loca- dija hacia al compañero que segun las predicciones, yo le haria mucho daño.-Por cierto soy Rose Lauper- se presentó amablemente.
-Un gusto, si, aunque... mantengan sus varitas lejos de mi, chicas... nunca se sabe- se burló de la absurda prediccion de la maestra.-Cooper Campell- Pareció que trató de presentarse, aunque no lo hizo muy bien, pero en las circunstancias que nos encontrabamos, peor era nada.-¿y tu eres?- preguntó dirijiendose hacia mi.
-Yo soy Emma Vance-Me presenté con amabilidad.-Y creeme, aunque no se de donde saca todas sus absurdas predicciones, no pienso hacerte daño.-Con mi comentario solo ví como Cooper trataba de reir con una expresion de comprencion en su cara.

Nos presentamos amablemente, como un trío de señoritos refinados. Solté una sonora carcajada con el pensamiento. La vieja loca se vovió para mirarnos, y vió a Cooper con especial interes reprobatorio. Luego nos miró a Emma y a mi, como si fuera a retarnos a hacerle daño. ¿De verdad se creía sus predicciones o era puro show? Vi la convicción n sus ojos, y me dí cuenta de que si se lo creía. Me abstuvé de hacerle un gesto obseno con el dedo corazón, y les sonreí a los chicos. Moví la cabeza dsaprobatoriamente, e hicé unos circulitos en el aire con mi varita. Al parecer me había afectado el "incienso". Cuando Emma dijo que no tenía inteción de hacerle daño, guardé mi varita lentamente y me reí.

-Bien, yo tampoco. O, quien sabe, solo no me trates mal, y no 'Te lástimare, querido' -Imité-Entonces... ¿Que cosa con sus vidas?- Añadí sonriente.

La verdad, la escena estaba del asco, si no fuera por ellos dos y por que presentia algo bueno de esa platica me hubiera marchado de la clase a unos minutos despues de la prediccion de la maestra, quien, todavia me miraba con desdén, como si ya le hubiera hecho algo Cooper.

-Bien, yo tampoco. O, quien sabe, solo no me trates mal, y no 'Te lástimare, querido' -Contestó la Hufflepuff, en tono de broma-Entonces... ¿Que cosa con sus vidas?- Nos pregunto con una enorme sonrisa.
-Bueno al parecer, me acaban de acusar de dañar a alguien a quien nunca habia tomado en cuenta-Miré hacia Cooper-No te lo tomes personal querido-Imité a la maestra y continue con tono de broma-Y pues, nada nuevo, contando que este es mi primer año en Hogwarts, claro no de las clases, si no que me transfirieron, por asi decirlo, y pues sin contarlos a ustedes, conosco a... -miré hacia el techo como recordando algo y contando con los dedos.- Nadie.

Ambos chicos se me quedaron viendo algo extraño. Podia ser por el echo de que lo anterior lo dije extremadamente rápido, o la sinceridad de mis palabras, aunque estuviera usando un tono de broma, o tambien podia ser por las lagrimas que recorrian mi cara.

-Perdón- Solo atiné a decir antes de salir corriendo del salón. En ese momento no quería saber de nadie, ni de nada. Solo quería internarme en mi mundo, en donde yo podia ser eternamente feliz.





[i]Lo se demaciado dramatico, pero tenia que dejarlo salir, perdón

(OOT: Entonces? Nos dejas solos? ¡Nos abandonas?? *Snif* *Snif*)

Vi como la chica desaparecía de la clase por la trampilla. Mmm... Eso fue realmente raro, por no decir aterrador. Ella había empezado a llorar, y yo había puesto expresión de pánico. Eran pocas las veces en las que sabía que hacer al enfrentarme a las lágrimas de otra persona. Luego se había ido corriendo. Si, fue un poco escalofríante, y no sabía que pensar. Pero siempre había pensado que no se debían crear prejuicios sobre otras personas, y lo había aprendido con una leccion muy dura. Tal vez, demasiado. Sacudí mi cabeza, tratando de desterrar esos pensamientos melancólicos, y miré a Cooper. Que, quizá, estaba más desconcertado que yo. La mente humana no era fácil, y mucho menos, la mente femenina. Así que creo que comprendía... un poco. La profesora se mantuvó inmutable ante la salida de la chica, y juro que pude ver un brillo de alivio en sus ojos cuando la vi salir. ¡Por Merlín! ¡Pero que falsa! Sacudí la cabeza reprobatoriamente y me dirigí a Cooper.

-Bien... Eso fue raro...-Sonreí incómoda.- Pero... Pues... ¿Que había pasado con tu vida? -

(Off: )

-Yo soy Emma Vance-

-Y creeme, aunque no se de donde saca todas sus absurdas predicciones, no pienso hacerte daño.-

Reì. –Lo sé, no te preocupes- formulé mientras me desordenaba el cabello. Clavé mi vista de forma brusca hacia un grupo de alumnos que me observaban con temor, dirigiendo también una que otra mirada suspicaz a mis dos acompañantes. Fruncí el seño. ¿Cómo podían creer semejante cosa?. Luego mi atención pasó a la chica a mi costado, Rose. Reí a discreción al verla en un estado tan relajado, incluso sus movimientos me incitaban a reír. Y es que… que cosa no me hacía reí a mí.
-Bien, yo tampoco. O, quien sabe, solo no me trates mal, y no 'Te lástimare, querido'-Entonces... ¿Que cosa con sus vidas?-

Una gran risotada salió de mi interior al escuchar su imitación, tapé mi boca al notar que la profesora nos dirigía una mirada neurótica.
Iba a responder cuando la chica llamada Emma se adelantó.
-Bueno al parecer, me acaban de acusar de dañar a alguien a quien nunca habia tomado en cuenta-No te lo tomes personal querido-Y pues, nada nuevo, contando que este es mi primer año en Hogwarts, claro no de las clases, si no que me transfirieron, por asi decirlo, y pues sin contarlos a ustedes, conosco a... Nadie.

Sentí como el rostro se me congeló al tiempo que Emma finalizaba sus palabras, como si me estuviera dando las más terribles de las noticias. No tenía razón para preocuparme, no, puesto que ni siquiera la conocía. ¿Pero que corazón lo suficientemente humano no se puede conmover al ver lágrimas sinceras abundando el rostro de una chica aparentemente destrozada?. Observé con frustración, y con un ligero temblor en los labios, como procedió a disculparse para luego echarse a correr, dejándonos a mí y a Rose nada más que el recuerdo de una lágrima estampada sobre la mesa. Mi boca se fue abriendo conforme procesaba lo que había ocurrido. No entendía que habíamos hecho mal… quizás se había ofendido con algo.
Mi mirada aún se mantenía fija por donde Emma se había retirado, hasta que la voz de Rose me hizo volver a la realidad.
-Bien... Eso fue raro....- Pero... Pues... ¿Que había pasado con tu vida? -

-Ni lo digas, ya han pasado suficientes cosas raras hoy…- suspiré, volviendo mi vista hacia su rostro notablemente incómodo. Le sonreí con amabilidad, suavizando el ambiente tenso que había dejado la chica con su repentina partida. – Pues… mi vida- resoplé- intento sobrevivir… ¿y la tuya?- pregunté con una media sonrisa- al parecer querías suicidarte a como dé lugar…- pronuncié con una nota de humor en mi voz mientras recordaba su imagen suicida hace algunos instantes.

(OOT: ¡Ya se! T-T Ahorita me asustaron mucho los dos! Ah, y otra cosa. ¿Como demonios se escribe 'Ceño'? Con S o con C?)

Ví como varios alumnos volvían a mirar a Cooper con temor. ¡Ay, Merlín! Moví la cabeza reprobatoriamente. Simplemente no sabía como podían creerle a la vieja esa. ¡Mirenla! Enormes anteojos, y ropa extravagante. Un fraude en toda la complexion de la palabra. Entonces volví a ver al pasillo, y sentí una gran culpa. Mi primera reacción había sido de una incréible incómodida, tan grande, que no me había quedado espacio para la compasión. Aunque, viendolo de mi manera, la compasión era igual que la lástima. Y me sentí fastidiada por ese hecho.Yo no era nadie para sentir lástima por ella. La lástima no era un concepto agradable a mi manera de ver. Me hacía sentir menos... por el momento no esocontraba la palabra. La buscaría después.


-Ni lo digas, ya han pasado suficientes cosas raras hoy…- Suspiró y me sonrió, cuando le ví algo incómoda después de tanta.... cosa – Pues… mi vida- resopló- intento sobrevivir… ¿y la tuya?- Me preguntó- al parecer querías suicidarte a como dé lugar…-

En ese momento recordé los problemas de hace un momento.-No, mi vida es tranquila. Lo normal. Lo que pasa, lo que me daba ese aspecto de que si me dejarán quince metros bajo tierra y estaría feliz, es esta maldita bola.-Bufé con el ceño fruncido, apuntando a la maldita bola de cristal- Digo, ¡Quien puede ver en un montón de maldito humo gris! Es simplemente rídiculo. Además quiero ir por ella, Emma, quiero decir, al final de clase-

No, mi vida es tranquila. Lo normal. Lo que pasa, lo que me daba ese aspecto de que si me dejarán quince metros bajo tierra y estaría feliz, es esta maldita bola.-Reí por su comentario, me sentía exactamente igual- Digote , ¡Quien puede ver en un montón de maldito humo gris! Es simplemente ridículo. Además quiero ir por ella, Emma, quiero decir, al final de clase-

-Sí, estoy de acuerdo...- mi rostro se enmascaró en una seriedad plena, algo inusual en mí- la verdad es que me siento mal por la chica...-torcí el gesto-... y aún estar sentado aquí, como si nada hubiera pasado. Es descortés.- confesé atropelladamente. Y es que una sensación incómoda me recorría el estómago, sí... me sentía culpable, sin ni siquiera saber exactamente el por qué. Solo me limité a aceptar un hecho irrefutable; poseía un alma ridículamente sensible y vulnerable. Como un niño en un cuerpo de hombre. ¿Pero qué podía hacer contra eso?. Me paré rápidamente de mi asiento sin medir mucho mis movimientos, por lo que tropecé con la mesa y ésta volcó mi bola de cristal. Bien... ¿qué mejor cosa que hacer gala de mi estupidez en clase de adivinación?. No, estaba seguro que el humo afectaba mi equilibrio. Reprimí una carcajada sin éxito... ba, que importaba, al fin esa cosa tenía su merecido. Miré a la vieja loca formando un puchero inocente- Lo siento...- susurré con un hilo de voz, encogiéndome de hombros. Ella me miraba con una expresión que no supe descifrar, más no me preocupé mucho por eso, tenía otros objetivos en mente. Fui indiferente al coro de voces que se inició a mis espaldas, incluso creí haber escuchado a alguien que culpaba a Rose de lo ocurrido. Reí aún más. Tomé mi mochila sin decir una palabra. Luego miré a Rose, -Ok... ¿vamos?- murmuré, sabiendo que ella ya había averiguado de antemano lo que me proponía. Le tendí una mano amable con la intención de ayudarla a levantarse. Resultaba maravilloso salir de ese ambiente tan viciado de fragancias, que sin duda eran las culpables de la muerte de las pocas neuronas que poseían la mayoría. Eh ahí la explicación a la locura que solía embargarnos a todos en ese periodo de tiempo. Salimos del aula a grandes zancadas. Al fin... respiré con alivio, era como ver el sol después de varios días de oscuridad. Miré a Rose.

-Bien... ¿donde crees que ha ido?- le pregunté, mirando hacia ambos lados del pasillo. Lo difícil comenzaba ahora.

Colgé mi bolso en mi hombro, y tomé la mano que Cooper me tendía. Oí unos jadeos detrás de nosotros, y unos cuchicheos se extendieron por los alumnos creyentes de las farsas de la profesora Smuucks. Giré mi cara hacia la maestra que, bueno, tenía un puchero que le hubiera quedado mejor si no fuera tan... mayor. Cooper susurró un lo siento hacia la maestra. Los alumnos aún cuchicheaban sobre la mesa volcada y la bola de cristal en el piso. Me encantaría respirar un aire puro. Asientí cuando Cooper me preguntó ese vamos, y me dirigí a la puerta, arrastrando a Cooper de la mano. En unas grandes zancadas salimos por la trampilla. Después de ver desaparecer a Cooper por la trampilla, di un último vistazo a la profesora, que trataba (Inútilmente) de controlar a la clase. Sacudí la cabeza, y me lancé para encontrarme a Cooper inspirando fuertemente. Sonreí cuando me volteo a ver.

-Bien... ¿donde crees que ha ido?- Y ahí mi sonrisa se desvaneció y un ceño fruncido la reemplazó.

-No se. ¿A donde irías tu si acabras de hacer... bueno, eso?- Le pregunté.-¿Porque no mejor le preguntamos a Sir Cadogan?-

-Hubiera ido.. .- formé una mueca pensativa- - ¿...a los baños?- aventuré. Sinceramente me hubiera refugiado en el bosque prohibido pero tenía fé en que la chica, Emma, no atentaría contra su vida de esa forma, ¿o sí? después de todo desconocía completamente la gravedad de su problema.Y a ella también. Maldición. Tragué saliva.
¿Porque no mejor le preguntamos a Sir Cadogan?

-¡Claro!.- afirmé con una sonrisa alegre y exagerada, con intenciones de animar nuestra búsqueda. La verdad, pocas veces personas se ganaban mi confianza con tanta rapidez, pero Rose emitía esa clase de calidez y complicidad que me impulsa a actuar sin reprensiones. Como si la conociera de toda la vida. Le sonreí realmente agradecido, si bien nada sabía ella, su disposición a buscar a Emma evidenciaba el buen corazón que poseía. Me fijé más en sus facciones acogedoras , era una chica linda y agradable en todos los aspectos posibles. Tomé su mano cálida sin malicia, como un niño travieso que necesita sentirse acompañado. Corrí hasta el retrato de Sir Cadogan, acomodandome a la velocidad de Rose. El tiempo era crucial, y me temía lo peor. Llegamos, jadeando. Yo, con el corazón en la boca y el pelo desordenado.
Sir Cadogan tenía pinta de estar durmiendo. Entrecerré los ojos intentando afinar mi mirada. Le di unos golpecitos al retrato y éste carraspeó, mirándonos con sorpresa.

-Disculpe- hablé con calma y cortesía, estos personajes acostumbraran a tener mal humor cuando los despertabas. - Estamos buscando a una chica de Gryffindor que suponemos, usted pudo haber visto...- dije entrecortadamente a causa de los jadeos incontrolables que daba mi pecho. De pronto caí en la cuenta que no me acordaba de las características físicas de la chica, pelo largo y...? Miré a Rose, pidiendo ayuda a través de una mueca que seguramente sabría interpretar.

¿Los baños? ¿Ahí hubiera ido el? Reprimí una risita. Hummm... Yo hubiera ido a la Sala de los Menesteres, pero dudaba que mis compañeros la conocieran. ¡Demonios! ¿Donde podría haber ido?
-¡Claro!- Sonrió Cooper, y le devolví la sonrisa. Ya había entrado en confianza con Cooper, a pesar de que no lo conocía mucho, su disposición para encontrar a Emma me impulsó a sonreírle y darle mi confianza. Le sonreí de nuevo. Cooper era como un niño pequeño, aunque era más alto que yo. Tenía un alma inocente, y se veía mayor que yo. Cooper tomó mi mano, y echamos a correr. Al llegar, Sir Cadogan estaba durmieno. Cooper tocó varias veces su cuadro, mientras Sir Cadogan se desperezaba.

-Disculpe- Estamos buscando a una chica de Gryffindor que suponemos, usted pudo haber visto...- Jadeaba- De pelo largo y...- Me miró, y rodé los ojos.

-Una Gryffindor de piel blanca, ojos azules. Claros, y cabello largo, castaño, ondulado, y labios carnosos. ¡Ah, e iba llorando! ¿La a visto?- Le pregunté a un Sir Cadogan medio molesto.

-¡Ah si, gentil damisela!- ¡Por favor no!- ¡La dama en cuestion salió corriendo para la derechas, damisela! ¡Y tu, vil bellaco! ¿Quiere batalla?- Moví la cabeza rápidamente, y tomé de nuevo la mano de Cooper.

-¡Anda!- Le dijé, arrastrandolo-¡ Tenemos que encontrarla!-

Puse los ojos en blanco al escuchar la perfecta descripción de Rose, definitivamente yo era el distraído.

-¡Ah si, gentil damisela!- ¡Por favor no!- ¡La dama en cuestión salió corriendo para la derechas, damisela! ¡Y tu, vil bellaco! ¿Quiere batalla?-

Ignoré a Sir Cadogan sin antes sonreírle como despedida.

-¡Anda!-¡ Tenemos que encontrarla!-

Asentí, dejándome arrastrar una pequeña parte del trayecto por la fuerza de Rose. Luego, tomé la delantera, dejándola a mis espaldas. Me volví por unos instantes y le saqué la lengua como si estuvieramos jugando a las carreras. Reí, podía imaginar la expresión dibujada en el irónico rostro de mi acompañante. Detuve mi paso y miré alrededor. La sonrisa emprendedora de mi rostro se desvaneció conforme revisaba minuciosamente cada pasillo en busca de alguna pista que me llevara hasta Emma.
- Sabía que no hay que confiar en los retratos...- comenté con humor.
Recorrimos unos cuantos pasillos más, revisando cada aula y rincón inhóspito. Detrás de cada armadura. Suspiré. De pronto, una puerta curiosa apareció como por arte de magia.
-¿Y eso...?- apunté hacia la puerta. -¿Es lo que creo que es? - susurré con cautela mientras me acercaba a esta. La sala de los Menesteres, o la sala que viene y va.

Había tomado de la mano a Cooper y arrastrado una pequeña parte del trayecto antes de que el me adelantará. Rodé lentamente los ojos al verlo sacar la lengua. Una sonrisa se extendió lentamente en mi cara, y corrí más rápido aún. Llegé a donde Cooper, que buscaba a Emma por el pasillo. Abrí la puerta de unas aulas, pero no había nada en ellas más que estantes polvorientos y pupitres desvencijados. La sonrisa de Cooper se había esfumado y un ceño preocupado lo había reemplazado.

-A veces debes sonfiar en ellos más de lo que quisieras.- Dije revisando en un aula vacía y detrás de una armadura. Suspiré. Emma no aparecía. Volteé hacía Cooper cuando una puerta aparecía frente a nosotros. Oh, La Sala de los Menesteres. No sabía que Cooper la conociera, ¿Y Emma? ¿La conocería ella?

-La Sala de Los Menesteres.-Susurré.- Bueno,- Sonreí- Solo hay una forma de averiguarlo. Entremos, ¿Te parece?-