Deseos... /Libre/

Si hubiese sido por mí aun estaría soñando en mi habitación bajo sobre la comodidad de mi cama y la suavidad de mis almohadas. Pero no, estaba caminando por los pasillos del enorme castillo que poco a poco se iba familiarizando con mi persona. Mi lacio cabello caía sobre mis hombros de forma desordenada sin perder la forma que tomaba siempre. Caminaba con aires de supremacía como siempre, era algo tan inevitable que simplemente era parte mí, parte de ser una Greyback. Y ¿Cómo no? Era cosa de ver a Steve, papá, Fenrir, el abuelo o todos lo demás, la alcurnia y altivez corría pos nuestras venas. Dejando que mis pies fluyesen solos llegué al tercer piso, al aula de encantamientos que me esperaba deseosa de verme.

Mis pies se detuvieron en la entrada como si el umbral no estuviese grato de verme y mi aura sintiera el rechazo de este. Podía aun retroceder sobre mis pasos y volver a la sala común, nadie me había visto, ni a tomar desayuno me había dirigido ya que no es necesario para mí. Cerré y abrí los ojos mentalizándome a lo que me dirigía, bufé y a regañadientes entré al lugar. Inmediatamente pude percatarme que el lugar estaba saturado, como si todos amasen esa clase aunque sabía bien que eso no era así. Nadie ponía atención, todos en sus propios mundos mientras el profesor hablaba solo para variar. Fijando mí vista en el primer puesto vacío me dirigí a aquel lugar sin mirar nada más, sin titubear ni dudar, eso no era propio de mí. Arreglé mis cosas a mis costados sin sacar nada de mi bolso, no sería necesario anotar nada, solo debía permanecer ahí el tiempo que durase la clase y no morir en el intento.

A mi costado se encontraba un Ravenclaw, un azulito bastante distinto a los demás. En vez de tomar apuntes como las demás ratas de biblioteca, en vez de responder todo lo que el profesor preguntaba, dormía. Dejé caer mi bolso al suelo generando un estruendo seco que resonó en el lugar, sonreí traviesa esperando que sus sueños se dispersasen y volviese a la realidad ¿Por qué? Simplemente porque quería ver el rostro de la persona que poseía a mi lado y bueno, también porque molestar a alguien me divertía un poco.

Rodee los ojos cuando levantó la cabeza de golpe ante el sonido seco que resonó por el lugar, el rostro de Corner se interpuso en la dirección de mi mirada descubriendo así la identidad de mi compañero de banco. Me limité a alzar una ceja cuando oí aquella habladuría de forma casi creíble sobre su coeficiente intelectual y sus permisos, cosas que como había dicho anteriormente, eran casi creíbles solo casi. – No estaba verde, era un tenue color oliva… - Sabía que no ganaría nada intentando explicar la diferencia de tonalidades.- Pero si, ya está mejor. Gracias – Agregué secamente mi última palabra, era obvio que no le agradecía nada y que su preocupación no era más que curiosidad pero como fuese, ese azulito y yo al fin de cuentas nos llevábamos bien. No excelente, pero bien.

Debía aceptar que su preocupación por mi tío me dejó fuera de lugar ¿Estaba yo también verde? ¿Notaría algo en común entre Fenrir y yo? ¡Merlín! ¿Sabrá todo el mundo mágico que la familia Greyback y su legado ha agregado un integrante? Me mordí el labio inferior pensando en aquello mientras de vez en cuando le lanzaba una mirada a Michael. - ¿Tu familia querido Corner, cómo ha estado? – Pregunté observando sus extraños gestos. Su mirada brillaba con destellos perdidos como si la tristeza agobiara su corazón, podía leerlo en su semblante más me limité a esperar su respuesta.